Después de leer El libro de las ilusiones hace un año y de haber visto hace pocos meses las tres películas de las que había escrito el guión (Smoke y Blue in the face) y dirigido (Lulú on the bridge), me sumergí en su Brooklyn follies con unas expectativas que en un primer momento no me satisfizo lo suficiente, pues parecía que la historia se le iba de las manos, de tanto pasar de unos personajes a otros; pero a medida que el relato avanzaba me di cuenta

Y, en efecto, lo consiguió. No solo eso, sino que hasta el último capítulo este mago de la literatura guarda un as en la manga y conmueve al lector (es decir, a mí) de tal forma que, cuando llega al punto final, no puede impedir que se le escape una sonrisa, complacido por un trabajo tan bien hecho.
-En esta ocasión prefiero no revelaros ni un solo detalle de la historia y los personajes en sí, porque correría el riesgo de destrozaros el libro, cuando lo que pretendo es que, si os animáis a leerlo, lo disfrutéis tanto como yo-