Henry Miller aparece en este libro aparentemente autobiográficos como un despreocupado canalla que vaga por el mundo sin rumbo ni pesar, viviendo en la soledad más absoluta pese a vivir rodeado de gente en los barrios de Nueva York, pues toda esa masa ingente pasa los días alienada pensando en dónde ganar el dinero que prestarán a Miller, mientras él divaga, alucina en algunas ocasiones debido a su gusto por lo surrealista, divaga sobre todo y sobre nada, sobre el amor y el trabajo, y sobre todo por la literatura, que por el tiempo en el que sitúa su historia comenzaba a picarle con ansia, aunque todavía el veneno no le había llegado a penetrar hasta la médula, tal vez por la sobredosis de sexo descontrolado en la que el joven ocupaba sus días; y está claro que teniendo la parcela de las lucubraciones –como el mismo diría- cubierta, quién puede pararse a pensar en nada más que en sí mismo y en lo bonito de la luz del día.
Trópico de Capricornio es, pretendidamente, una novela rabiosa y reveladora en cuya lectura, sin embargo, pueda uno llegar a encontrarse apaciguado por las palabras del autor, tal vez por sus extensas divagaciones acerca de la nada y otros dioses mastodónticos, o aunque solo sea por terminar convencido de que en el mundo hay gente más irresponsable y malparada que uno mismo... y en el fondo tampoco les va tan mal.
Al final, un giro inesperado para su propia conciencia ensambla los cables que faltaban para dar verdaderas alas, grandes, muy blancas y hermosas, a su vida y a su inspiración. ¿Cuál será el detonante? Os lo dejo descubrir a vosotros mismos...
Thursday, May 31, 2007
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